La meningitis es un trastorno del sistema nervioso central que afecta al funcionamiento y la salud del cerebro y la médula espinal. Los signos y síntomas más comunes de la meningitis son fiebre, vómitos, somnolencia, confusión e irritabilidad, dolor muscular intenso, sarpullido, dolor de cabeza y rigidez de cuello. En conclusión, las estadísticas muestran que la meningitis afecta a hasta 6.000 personas al año en EE.UU., con un 10-15% de casos de meningitis meningocócica mortal.
La meningitis es la hinchazón o inflamación del cerebro y de las membranas protectoras de la médula espinal.
Suele estar causada por una infección vírica o bacteriana del líquido que rodea la médula espinal y el cerebro. Otras causas pueden ser el cáncer, las lesiones, otras infecciones y ciertos fármacos. De cara al tratamiento, lo primero es identificar el caso individual y la causa de la meningitis.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), alrededor de 1 de cada 10 personas son portadoras del germen de la meningitis en la garganta o la nariz, pero no muestran signos ni síntomas, lo que se conoce como portadores.
La meningitis es más susceptible para los mayores de 55 años, los que tienen entre 16 y 25 años y los niños menores de 5 años. Los portadores pueden afectar a estos grupos de personas al estornudar, toser, compartir utensilios o alimentos y besarse.
Los diferentes tipos de meningitis
Son la meningitis bacteriana, la meningitis viral, la meningitis parasitaria, la meningitis fúngica y la meningitis no infecciosa. Además, las personas que contraen meningitis pueden sufrir pérdida de audición, convulsiones, hidrocefalia, daño cerebral y acumulación de líquido entre el cráneo y el cerebro.
Además, las personas pueden sufrir efectos mentales como depresión, ansiedad, baja autoestima, agresividad y cambios de humor. Además, alrededor de 1 de cada 5 supervivientes de la meningitis acaban con discapacidades permanentes: pérdida de audición, amputación de miembros, daños cerebrales y pérdida de la función renal.
Sin embargo, el tratamiento convencional de la meningitis (de tipo dependiente) incluye la hospitalización inmediata, antibióticos intravenosos y agentes antimicóticos; por desgracia, no existe tratamiento para la meningitis vírica.
Los efectos secundarios de estos medicamentos incluyen vómitos, diarrea, hinchazón de la lengua, dolor abdominal, dolores de cabeza, indigestión, reacción alérgica y sarpullido. Los endocannabinoides (EC) participan en la modulación inmunológica, la neuroprotección y el control de la inflamación en el sistema nervioso central (SNC). Además, el CBD puede ofrecer un alivio instantáneo de la inflamación y el dolor.
El cannabidiol reduce los síntomas de insomnio, pérdida de apetito e irritabilidad. Y no sólo eso, las evaluaciones diarias de los síntomas demostraron la ausencia de síntomas significativos de abstinencia, ansiedad y otros. En un estudio con ratas adultas, el CBD evitó el deterioro de la memoria y redujo los signos de inflamación.
Para terminar, la combinación del CBD con los antibióticos les da tiempo para actuar y ayuda al cuerpo a curarse sin ninguna incapacidad a largo plazo.
En general, el CBD y el THC pueden ayudar con el dolor, la inflamación, el insomnio, los dolores de cabeza, las convulsiones, las náuseas, la depresión y la ansiedad.
Director en Laboratorios Canalanza en Lanzarote donde levamos más de 10 años dedicados a investigar los efectos del aceite de CBD y como este ayuda a aliviar diferentes sintomas de muchas dolencias.
- Marcos Bustabad Garciahttps://www.laboratorioscanalanza.com/es/author/iarylif/
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